Sri Lanka
No hay palabras para explicar lo que siento cuando ahora veo las fotos de Sri Lanka. La certeza de saber que esa tierra tendrá siempre cicatrices, y que los ojos de esa gente tan noble y serena siempre miraran al mar con melancolía, esperando a que vuelva a llevarse a sus hijos, sus maridos, sus sueños. Un mar al que, por cierto, tendrán que volver cada mañana.
Pasear por esas carreteras era recorrer meandros de asfalto finisimos entre palmeras y junglares mecidos por un aire remolón. A cada poco, una figura en bicicleta aparecería, y no se fijaría en nuestras sandalias, o en el pelo de Katy, o en mi barriga abultada, sino en nuestros ojos azules. "Hola, de donde eres", dirían. "De Londres", nosotros responderiamos. Y al poco nos daríamos cuenta de que quizás nos gustaría decir que eramos de aquí, y así poder quedarnos para siempre...Y seguir caminando por arrozales, agarrar plátanos dulces de los plataneros y ver a los lagartos pasear su piel plateada majestuosamente por sus dominios, al ralenti, sabiéndose intocables.
De esa costa ya no queda nada, ni nadie. Ninguno de los camareros o porteadores o cocineros que conocimos, que nos despertaban por la mañana, que nos aseaban, que cocinaban con nosotros, ha sobrevivido. Quizás lo han hecho, pero no hay manera de saberlo. Ninguna de las cabañas resistió la afrenta. Los monjes del templo, arriba en la colina, vieron como el mundo de sufrimiento que Bodhisatva predica se planto en la puerta de sus casas, esperando...Por supuesto, desde aquí oímos que 400 o 500 británicos han muerto, que 5000 suecos ya no han recogido el coche de sus aeropuertos, que había 4 ibéricos desaparecidos...150.000 personas, la mitad de Córdoba, enterrada en sal en una mañana. Pero al menos los 4 ibéricos están a salvo...
Los humanos somos tan difíciles de comprender algunas veces, porque perdemos tan pronto el sentido de la perspectiva, nos dejamos guiar por esa sinrazón que es el corazón. Una catástrofe natural sin precedentes provoca una respuesta humanitaria sin precedentes. 150 millones de euros donados por los ciudadanos británicos, 200 millones de euros donados por GWB y sus secuaces, bomberos sin fronteras recorriendo medio mundo para pasearse entre muertos ajenos, de repente es posible congelar la deuda, y quizás cancelarla. De repente.
150.000 muertos son las personas que perecen en una semana en el continente africano como consecuencia directa de enfermedades transmisibles prevenibles o vacunables, asociadas a la pobreza, la malnutricion, la desidia, la avaricia. No hay que culpar a los pesos pesados del apocalipsis, la malaria o el vih o mi tuberculosis. Diarrea, sarampión, meningitis. Frente a la catástrofe natural, la movilizacion de recursos mas fulminante de la Historia. Frente a la catástrofe artificial, sostenida y continuada, alimentada por nuestras conciencias, cero. Cero. Cero. Entiendo, todas esas costas, pueblos y ciudades, convertidos ahora en gemelos de la Zona Cero original, la de Hiroshima y Nagasaki, son repugnantes. Pero por que somos capaces de tanto pero tan incapaces para tanto otro?
Por cierto, ya se que hace bastante que no os escribo. Mucho ha pasado en este año que seria muy largo describir.
Recomendación cinematográfica del día: 21 gramos. Estamos conectados entre nosotros por lazos que desconocemos, pero que están ahí desde que nacemos, esperando su turno para hacernos saber que el premio de este juego no es ganar, por supuesto, o perder, sino solamente jugar.
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